Columna de Opinión

Odontología: El mercado de la educación y la salud

Odontología: El mercado de la educación y la salud
Columna de Opinión "Odontología: El mercado de la educación y la salud"

Desde la fundación de la primera escuela dental en 1911, la enseñanza de la odontología ha sufrido varias modificaciones a lo largo de la historia, desde una profesionalización de un oficio técnico hasta lo que hoy conocemos y vivimos día a día en las múltiples facultades de odontología del país.

En un repaso histórico cabe destacar un hecho importantísimo, cuando el proyecto del Dr. German Valenzuela Basterrica por formar odontólogos que se hicieran cargo de las problemáticas de salud bucal del país se implementó, el modelo educativo del país era completamente distinto, destacado a nivel latinoamericano por su principal característica: la gratuidad de todas las carreras impartidas, lo que demostraba a juicio de muchos pensadores de la época, un verdadero compromiso para con el país y su gente.

Hoy nuestra realidad es completamente distinta, la educación superior Chilena – la carrera de odontología no es una excepción – ha perdido completamente el enfoque que la caracterizó en una época pasada, y ha dado paso a un nuevo modelo con enfoque mercantil, que trae consecuencias nefastas en la formación de todos los profesionales, y en particular, de los Cirujano Dentistas.

Es fundamental destacar algunos hechos relevantes en el proceso formativo de los odontólogos que le confiere a esta carrera la característica de ser el punto de unión entre el mercado de la educación y el mercado de la salud, donde el lucro a través de derechos básicos es pan de cada día y, más aún, esta deplorable práctica es considerada ampliamente como una competencia básica de un cirujano dentista “exitoso”. Así entonces se exige a estudiantes de todo el país que abastezcan de pacientes las clínicas privadas con las que cada facultad cuenta, realicen los tratamientos correspondientes a los pacientes y exijan los pagos por tales servicios, los que en caso de no efectuarse deben ser cubiertos por el mismo estudiante o simplemente reprueba.

Asimismo, es el estudiante quien debe hacerse cargo de las tareas administrativas propias de la atención de pacientes (actualización de fichas clínicas, citación de pacientes, retiro y devolución de las centrales de fichas, etc.) y parte de las tareas de laboratorio, teniendo que congeniar todo esto con las obligaciones enteramente académicas como cátedras, evaluaciones, estudio, etc. No es de extrañar que esta sea una de las carreras con más altos índices de depresión y suicidio.

Existen algunos mitos en torno a la enseñanza de la odontología – considerados como axiomas por un número importante de académicos y estudiantes – que determinan tan denigrante condición de aprendizaje y que es importante desmentir: Primero, en relación a la percepción de que no existe posibilidad de desarrollar la enseñanza técnica de la odontología fuera de la clínica privada, y que tal práctica de mercantilización de un derecho como la salud es completamente normal. No hace falta ahondar en lo ilógico que es pensar que un estudiante se formará de manera integral para enfrentar la realidad del país cuando se generan sesgos determinados por la condición socioeconómica, lo que finalmente prepara a los futuros profesionales para enfrentar algunas patologías, con ciertas condiciones que probablemente no existan en todos los servicios de atención primaria. Lo realmente preocupante de este mito, es que aun frente al convencimiento de que es la mejor manera de aprender y enseñar la odontología, el cirujano dentista, al conocer solo un modelo de atención privada, no tiene las competencias necesarias para desenvolverse en la atención pública, y una vez titulado, debe comenzar con un nuevo proceso de autoformación que le permita dedicarse realmente a enfrentar las inequidades del país. En resumidas cuentas, el aprendizaje a través de la clínica privada, no es ni la única ni la mejor forma de enseñanza de la odontología.

Segundo, la idea de que la única forma de aprehender la técnica es evaluando un cierto número de tratamientos para cierto número determinado de ciertas patologías determinadas, obviando por completo la posibilidad de aprendizaje teórico y de autoformación que a la larga se convierte en una obligación para el profesional titulado, pues, contrario a lo que se cree (como ya fue mencionado), las facultades de odontología no entregan el conocimiento técnico absoluto, e independiente de la cantidad de tratamientos que el estudiante realice, siempre será necesaria la constante actualización. Y obviando también la condición en que las facultades de odontologías se encuentran insertas, pues, el ideal de aprendizaje mencionado previamente es completamente anacrónico, ya no se puede (y nunca se debió) exigir a un estudiante completar un cierto número de tratamientos y competir así con grandes consorcios, clínicas, isapres y otras facultades, y los mismos futuros colegas.

En relación con ello, ¿no sería mucho más lógico dar un giro en 180° respecto de la odontología? Es necesario cambiar completamente el paradigma y comenzar a re-encontrarnos con la odontología al servicio de las necesidades de la ciudadanía, dejando de lado la clínica privada y avanzar a un sistema de aprendizaje basado en horas clínicas (y no en tratamientos), de manera que el estudiante salga preparado para enfrentar realidades y no ficticios creados por los docentes, un sistema de aprendizaje basado en el trabajo desde hospitales y consultorios, conociendo las realidades de quienes más nos necesitan.

Para conseguir este anhelado nuevo sistema, los movimientos que se han gestado en las distintas facultades y escuelas de odontología son fundamentales, pues solo con la movilización y activación de los involucrados podemos generar algún cambio, sin embargo, es necesario avanzar en profundizar tales levantamientos. Para ello, es imprescindible superar la inmediatez y lo doméstico de las demandas, dado que, como ya ha sido expresado, la mejora de un sillón, la adquisición de más materiales o el cambio de infraestructura no solucionarán las problemáticas de fondo, y solo conducirán a caer en un círculo vicioso de demandas inmediatas y soluciones parche. Asimismo, es imprescindible que se geste la unidad del movimiento, pero no una unidad testimonial basada en instituciones inoperantes y desmovilizadoras, sino que, una unidad material, en donde lo central sean las demandas las cuales deben ser levantadas de manera transversal, y junto con ello, las propuestas y movilizaciones, no solo entre los estudiantes de odontología, sino que asociados con el resto de los estudiantes del país, y en sentido con las demandas del movimiento estudiantil, ya que, a pesar de que la enseñanza de la odontología tenga ciertas particularidades que la distinguen, en lo profundo, lo que nos moviliza es lo mismo que moviliza a todos los estudiantes del país, mayor regulación y menor mercado, un nuevo modelo.

Solo con compromiso, unidad y solidaridad podremos cambiar nuestra realidad. Una nueva odontología es posible, construyámosla juntos.

Ignacio Marchant Bouffanais
Estudiante de Odontología
Coordinador Trabajos Comunitarios de Odontología (TCO)
Militante Unión Nacional Estudiantil – UNE

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