De visita en Santiago, a los 9 años, una caída en bicicleta produjo un traumatismo en el maxilar superior y hueso alveolar, pérdida de encía, desplazamiento del labio y caída de dientes anterosuperiores en Sebastián Huerta. En medio de la urgencia, una tía recogió los dientes y los envolvió en papel de diario, trasladando al niño a un Servicio de Urgencia Hospitalario, donde recibió la primera atención, que consistió en el reimplante de los dientes, “nos dijeron que le iban a colocar los dientes con una férula, pero, a la vez, no nos dieron esperanza de nada”, completó la escena Gabriel Huerta, padre de Sebastián.
De regreso en Concepción, y con el paso del tiempo, la familia de Sebastián notó que sus dientes “se le deformaban año a año, se le movían debido a una infección al hueso, entonces, los dentistas de Concepción nos dijeron que teníamos que esperar a los 21 años del niño para recién hacerle algo, que los implantes eran muy caros, y que sólo había que esperar”, continuó Gabriel.
En una oportunidad y estando de visita en Santiago a Sebastián se le soltaron definitivamente los dientes. Rápidamente, sus padres lo trasladaron a un Consultorio desde donde lo derivaron al Hospital Barros Luco. “El doctor del Barros Luco nos dijo que él no atendía niñitos, pero nos recomendó venir a la Clínica Odontológica Universidad de Chile. Nos vinimos para acá inmediatamente y aquí lo han atendido un 7”, sostuvo el papá de Sebastián.
“Su dolor era mi dolor”
María Hidalgo, madre de Sebastián Huerta, agrega un antecedente, “mi hijo tenía otro problema, a parte de sus dientecitos, eran problemas de lenguaje, para modular, y su autoestima ya estaba baja. Con el accidente fue peor. Yo lo viví, su dolor era mi dolor”, recuerda. Añade que “uno, como madre, sufre con el niño, porque él tenía miedo con todo lo que le estaba tocando vivir, escuchaba comentarios, críticas y todo eso fue afectando su recuperación”.
Sebastián, sonríe tímidamente, mientras sus padres reconstruyen una de las escenas más difíciles que les ha tocado enfrentar. Tras el accidente, siendo un niño, Sebastián reconoce que estaba muy asustado y que se aisló, no deseaba ir a la escuela, ni “nade de eso”, pues pensaba “que había quedado así no más. Andaba con pura pena”.
Gabriel relata que, después del accidente, Sebastián “estuvo bien retraído, no quería ir a la escuela, lo molestaban por los dientes, porque los de arriba los tenía hacia afuera. Tenía un trauma y se tapaba la boca con la mano para hablar y al tomarle fotos”.
Calidez, dignidad y respeto
En una sucesión de hechos afortunados, finalmente, Sebastián y su familia arribaron a la Clínica de Traumatología. “Le doy gracias a Dios por conocer al doctor en el Barros Luco, porque fue un puente para nosotros y por esta oportunidad también, porque todo es dinero y sobretodo lo de dentista, pero nosotros hemos podido tener los recursos para poder pagar su tratamiento, que aquí no es caro”, afirma la mamá de Sebastián.
María se muestra tranquila y satisfecha por la atención odontológica recibida en la Universidad de Chile, especialmente por su calidez. “Aquí lo veo diferente, las doctoras lo tratan con amor, y si bien mi hijo se pone nervioso, él quiere venir, porque sabe que el bien es para él. Así que yo le agradezco a la Universidad por esta oportunidad que le han dado a mi hijito”. Como todo adolescente, hoy día Sebastián “se saca la selfie sin taparse la boca con la mano”, revela Gabriel sin ocultar su felicidad, “ahora cambió la personalidad, ya no se cubre con la bufanda y está sumamente bien y contento”, comparte su padre.
Con respuestas breves pero enfáticas, Sebastián Huerta, hoy de 15 años, señala que ahora sí quiere volver al colegio; que ha visto y aprendido de sus progresos; y sabe que una atención en salud de calidad, digna y respetuosa, puede lograr mejores resultados.
Gabriel subraya que “desde que uno llega y cómo lo atienden, lo saludan con un beso, preguntan cómo está uno; entonces, aquí hay otra disponibilidad, sobre todo cuando uno viene tenso a atenderse, no hay ni un problema, nos atienden a mano abierta y yo veo al Seba, está un poco tímido, pero ahora tiene otro desplante”. María sostiene, “aparte de preocuparse de la dentadura, acá se preocupan de la persona. Como pre-adolescente, a mi hijo le ha servido harto porque la Dra. Andrea Véliz le da la confianza de que no tema porque ellos están tratando de hacer lo mejor para su bienestar, y eso es muy importante, que se preocupen del bienestar del paciente. A los papás que lean esto, vengan a este lugar porque los van a recibir con amor, y eso es lo que necesita cada persona, sea chico o grande, una palabra de esperanza”, concluyó.
La Clínica TDA entrega atención integral a la población pediátrica y adulta afectada por traumatismos dentoalveolares inmediatos o sus secuelas, a través de un equipo multidisciplinario que brinda los tratamientos específicos y de seguimientos requeridos en este tipo de situaciones. El equipo académico está formado por la Dra. Andrea Véliz, Dra. Camila Corral, Dr. Mauricio Garrido, Dra. Monserrat Mercado, Dra. Alessandra Poli.
Contacto al teléfono: (56-2) 29785019 o al correo electrónico ctraumatologiadentoalveolar@odontologia.uchile.cl